Hirundo rustica
La golondrina común (Hirundo rustica) es una de las aves migratorias más conocidas y queridas en el mundo. Tiene un admirable sentido de la orientación y recuerda los lugares de un modo sorprendente, siendo capaz de encontrar su nido del año anterior. Se alimenta de insectos que captura en el aire.
Las características de estas aves son fascinantes. Recorren cientos de kilómetros para retornar anualmente al mismo nido, su velocidad de vuelo alcanza los 90 km/h, esta capacidad sólo es superada por el halcón, sin embargo, esa ave de presa no tiene la sagacidad y maniobrabilidad que,producto de sus alas estrechas y cola ahorquillada, le permiten a la golondrina realizar acrobáticos giros en ángulos que ningún invento humano ha podido desarrollar en un cuerpo tan compacto.
La golondrina común (Hirundo rustica) es una de las aves migratorias más conocidas y queridas en el mundo. Tiene un admirable sentido de la orientación y recuerda los lugares de un modo sorprendente, siendo capaz de encontrar su nido del año anterior. Se alimenta de insectos que captura en el aire.
Las características de estas aves son fascinantes. Recorren cientos de kilómetros para retornar anualmente al mismo nido, su velocidad de vuelo alcanza los 90 km/h, esta capacidad sólo es superada por el halcón, sin embargo, esa ave de presa no tiene la sagacidad y maniobrabilidad que,producto de sus alas estrechas y cola ahorquillada, le permiten a la golondrina realizar acrobáticos giros en ángulos que ningún invento humano ha podido desarrollar en un cuerpo tan compacto.
En la plaza del Barrio de San Francisco, como parte de la remodelación que este espacio sufrió recientemente, se ha colocado una malla para impedir el anidamiento de estos fantásticos visitantes, quienes muy probablemente durante cientos de años utilizaron sus muros para alojarse y reproducirse. La razón aparente: los excrementos. Sin embargo, la solución ha sido contraproducente. Las golondrinas al intentar atravesar esta trampa se degüellan y quedan atrapadas pudriéndose, volviendo aún más insalubre este espacio y dejando un espectáculo macabro para los visitantes.
Campeche ha ido perdiendo paulatina, pero inexorablemente a sus aves migratorias, aquellas que también le daban identidad. Todo es producto de miopía del ser humano. Los paseantes de Campeche no disfrutarán con el espectacular vuelo de la golondrina, ni con sus excretas, pero si habrán de aprender a sobrellevar el incremento de los mosquitos, las polillas y otros insectos de los que se alimentan estas aves. Resulta enormemente contradictorio saber que mientras sociedades más avanzadas, mejor educadas y cultas que la nuestra, invierten millonadas para recuperar fauna y flora aquí se hace justamente lo contrario, encementando todo, deforestando todo.
La persecución y muerte que el humano prodiga a casi cualquier ente, es característica de una sociedad trastornada. Campeche no es la excepción pues los esfuerzos gubernamentales por preservar el patrimonio, aparentemente, no contemplan el patrimonio vivo que ha resistido los abusivos intentos del hombre por destruirlo. Las golondrinas de San Francisco son un pequeño ejemplo, también estas las iguanas, tortugas, ranas, venados, halcones, cormoranes, gaviotas, camarones, tiburones, pulpos y un largo, largo, largo etcétera.
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