A manera de introducción de las muchas inquietudes que unen a quienes suscribimos esta primera entrega
A todos los campechanos,
a la opinión pública,
a la comunidad internacional
La ciudad de Campeche es un lugar privilegiado en muchos sentidos y basta e importante la herencia histórica que aún conserva, así como abundante la riqueza biológica del territorio que la circunda. Semejantes cualidades han propiciado que un grupo de sus habitantes tengan una gran calidad de vida.
Campeche sin embargo, se encuentra ubicada en una zona de alto riesgo y es vulnerable a los efectos del cambio climático. En la mayoría de los casos los efectos de estos trastornos son resultado directo de la actividad humana, y por tanto revertirlos para atenuarlos requiere de nuestra participación inmediata.
Para ejemplificar esta situación se puede mencionar que - para proveer de vivienda a la población en constante crecimiento - no se han tomado en cuenta en numerosos casos las áreas verdes que marca la ley.
Otra consecuencia de este crecimiento poblacional es el incremento en el parque vehicular, cuya circulación a hecho que se eliminen los escasos árboles de las avenidas, dejando de lado al peatón que no cuenta con protección del sol, así como tampoco con cruces adecuados ni suficientes para su tránsito.
El aceleramiento en la desertificación de nuestra ciudad acarreará otro problema todavía más grave: la incapacidad de la recarga de los mantos freáticos.
Estas medidas además de convertir a nuestra ciudad en un espacio deshumanizado, donde las aves - por ejemplo - cada vez cuentan con menos árboles para posarse y las personas con menos sombra para el necesario descanso, la indispensable reflexión y el vital esparcimiento, son anacrónicas.
Resulta alarmante que en pleno siglo XXI la política de planeación urbana siga considerando enviar las áreas de servicio a la periferia, mientras mantiene los poderes en el centro, contribuyendo de esta forma a la creación de cinturones de miseria y aislando a la gente común de los beneficios del desarrollo.
Uno de los más cercanos y mejores ejemplos de lo desastroso que resulta semejante medida es la ciudad de México donde en la periferia el daño en el tejido social, el vandalismo y la desintegración social son moneda de cambio.
Nos preocupa enormemente ver que en el proyecto de desarrollo urbano, consideraciones tales como proveer de un pulmón a la ciudad de Campeche, o la protección de la fauna urbana, o la conservación de agua, o el manejo de los desechos sólidos están siendo relegados, convirtiendo a la ciudad en espacio para el tránsito de vehículos automotores; es decir, un lugar cubierto de cemento donde el incremento de la temperatura es evidente para todos sus habitantes.
Según el IPCC (Intergovernmental Panel on Climate Change) el cambio climático será particularmente severo con las zonas costeras. Se prevé un aumento en el número e intensidad de los huracanes, un progresivo aumento en el nivel del mar, mayor acidez en las aguas marinas y mayores cambios en los patrones de precipitación pluvial.
Es tiempo de ordenar y planear el crecimiento urbano y poblacional. De revisar las zonas de riesgo y los permisos de construcción otorgados a grandes desarrollos inmobiliarios. Abajo hay una lista de acciones de bajo costo y alto impacto que se pueden implementar inmediatamente.
Tenemos que prepararnos para los tiempos venideros, que a todas luces anuncian momentos difíciles. Es de vital importancia reducir el daño causado por la mano del hombre y por la omisión de las leyes, para lograr así un espacio urbano amable, humano, preocupado y ocupado por la preservación de este paraíso, que tenemos la obligación de proteger.
Los tiempos de las apuestas a corto plazo deben quedar eliminados de nuestro horizonte, las futuras generaciones nos juzgarán y su juicio será implacable.